¿Y tú como te presentas ante los demás? ¿Eres tú mismo en toda tu esencia y en completa libertad, o eres alguien ajeno a tu identidad?
Generalmente gastamos la mayor parte de nuestro tiempo fingiendo ser quienes no somos, sólo por caer bien o agradar al resto. Tenemos miedo al qué dirán o las críticas positivas o negativas que podamos obtener de ellos.
Cuidamos que nuestra personalidad y comportamiento sea en base a la aceptación de otros. Tememos tanto que nos juzguen, que nuestra lucha contante es por ser diferentes a lo que realmente somos.
Ni siquiera nosotros mismos nos aceptamos como somos, entonces pensamos que las personas actuarán igual. Nuestro prioridad acerca de la validación exterior debe cambiar.
Es necesario entender que cada individuo es único y diferente, posee características particulares que lo distinguen del otro.
Si el objetivo hubiera sido la creación de seres en base a un solo molde, entonces todos tendríamos los mismos sueños, gustos y habilidades, pero esto se aleja completamente de la realidad.
Antes de empezar a proyectarnos afuera tal y como somos, tenemos que conocernos primero; pues nadie ama lo que no conoce.
Cuando aprendemos a conocernos, empezamos a querernos y también disfrutamos nuestra forma natural de ser, entonces los comentarios externos pierden credibilidad frente a nosotros.
Es una bendición ser diferentes, pues cada uno de nosotros tenemos algo distinto que aportar al mundo.
Siempre que actuemos con espontaneidad, nos sentiremos libres. Nuestra originalidad y naturalidad nos definen a cada momento, decide ser tú mismo.
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