Aunque sean pasos cortos, pero siempre hacia adelante. Que todo sea para construir un futuro, teniendo los cinco sentidos en el presente.
Nunca hacia atrás porque el pasado ya tuvo su momento, tuvo su importancia y su correcta ubicación en el tiempo.
Tuvo su razón de ser y dejó las lecciones de aprendizaje que tenía que dejar.
Lo mejor es avanzar cuando el tiempo avanza, caminar a su ritmo y observar lo que pasa a nuestro alrededor, lo que nos pasa a nosotros mismos.
Los recuerdos tienen el poder de atraparnos y dejarnos sumergidos ahí. El tiempo nunca se queda estático, igual nosotros.
Debemos hacer camino al andar y escoger la mejor opción que nos ayude a crecer.
Y recuerda, si deseas saber más, te sugiero leer mis libros, donde encontrarás más reflexiones para elevar tu aprendizaje espiritual.